Crece la tensión en Brasil de cara a juramento de Lula

Las fuerzas de seguridad de Brasil están en alerta máxima de cara al juramento del presidente electo Luiz Inácio Lula da Silva el 1 de enero.

Las tensiones se han intensificado en los últimos días ante el riesgo de ataques durante la ceremonia.

El sábado (24 de diciembre), el empresario George Washington de Oliveira Sousa, de 54 años, fue detenido en Brasilia ante la sospecha de haber instalado un artefacto explosivo en una zona de acceso al aeropuerto internacional capitalino.

La Policía le incautó dos escopetas, un rifle, dos revólveres, tres pistolas, cartuchos de dinamita, municiones y uniformes de camuflaje en su apartamento en Brasilia.

Sousa dijo a las fuerzas policiales que planeaba instalar una bomba, sin un objetivo definido, para tratar de promover el "comienzo de una intervención militar". Asimismo se declaró partidario del presidente Jair Bolsonaro, quien fue derrotado por el izquierdista Lula en la segunda vuelta de octubre. Agregó que no aceptó el resultado de las elecciones.

"Estamos ad portas de un nuevo período en la política brasileña con el equilibrio de fuerzas y diferentes grupos sociales que se pelean entre sí, y no veo que esto termine, incluso después de la asunción de Lula. La oposición de ultraderecha a Lula ganado fuerza y terreno en los últimos años al contar con representantes en el Congreso, lo que de hecho es una cierta novedad en el país", dijo a BNamericas el analista político André Pereira César, de Hold Consultoria.

“Estos grupos de ultraderecha no puedan bloquear la agenda del gobierno en el Congreso, pero tal vez darán mucho que hablar durante la administración de Lula”, agregó. “Es un nuevo momento en la historia política de Brasil.

Durante las elecciones, Bolsonaro indicó en reiteradas ocasiones que no reconocería el resultado si perdía declarando que el sistema de votación electrónica era vulnerable a fraudes.

Aunque el mandatario en ejercicio no ha impugnado de manera oficial la derrota electoral, tampoco no ha reconocido la victoria de Lula. Desde la segunda vuelta, grupos organizados, en su mayoría integrados por militares retirados, han estado acampando frente a cuarteles del Ejército en São Paulo, Brasilia y Río de Janeiro para pedir la intervención militar.

“Actualmente hay fuerzas de extrema derecha en un estado de movilización constante, aunque virtual, en el país. Es probable que estos grupos sean una fuente de preocupación durante el gobierno de Lula y, si la economía se deteriora, podría servir para movilizar multitudes en el calles, a lo que se suma el riesgo de acción de radicales, que se armaron durante la administración de Bolsonaro", dijo a BNamericas el analista político sénior Mário Sérgio Lima, de Medley Global Advisors.

Flávio Dino, el ministro de Justicia y Seguridad Pública entrante, se ha reunido con gobernadores estatales en los últimos días para pedirles que tomen medidas para disolver este tipo de protestas.

CEREMONIA

La toma de posesión de Lula en Brasilia atraerá a unas 300.000 personas, según los organizadores de la ceremonia.

Tradicionalmente, el presidente electo viaja en un carro abierto, pero la Policía Federal ha sostenido conversaciones con guardias de la seguridad personal de Lula sobre la opción de usar un carro blindado.

En los últimos días, la Policía ha estado realizando inspecciones en Brasilia para comprobar si se han instalado bombas.

Aunque la violencia urbana y política ha sido generalizada durante décadas, los ganadores de las elecciones y los candidatos presidenciales no corrían un riesgo alto. En general, se daban la mano en las calles, rodeados de simpatizantes, sin ninguna protección extra.

La violencia se convirtió en un factor preponderante durante la campaña presidencial de 2018, cuando Bolsonaro fue apuñalado en el estado de Minas Gerais, lo que lo obligó a someterse a una cirugía de emergencia. El perpetrador habría padecido una enfermedad mental.

La polarización ha aumentado desde que Bolsonaro asumió el cargo en 2019, en tanto, su administración ha facilitado que los ciudadanos comunes obtengan armas.