Relaciones económicas con China son clave para Brasil, pero no para Bolsonaro

La administración de Bolsonaro ha dañado las relaciones con el principal socio comercial de Brasil, China, en una medida que tendrá repercusiones incluso después de la pandemia de coronavirus.

Históricamente, Brasil ha procurado su interés nacional de manera pragmática en el ámbito internacional a través de la mediación entre adversarios y suscribiendo acuerdos en lugar de apuntar con el dedo.

Pero fiel a su promesa de campaña, el presidente Jair Bolsonaro basó las relaciones exteriores en la ideología, lo que significa que los lazos con administraciones de derecha, como la de Donald Trump, se fortalecieron mientras él y sus ayudantes reservaron comentarios despectivos para los gobernantes comunistas de Buenos Aires y China, ambos socios comerciales clave.

Por ejemplo, a principios de esta semana, el ministro de Educación, Abraham Weintraub, sugirió en su cuenta de Twitter que el brote de coronavirus ayudará a China a dominar el mundo. A través de su embajada en Brasil, Beijing emitió una fuerte reprimenda.

En marzo, un hijo del presidente, Eduardo Bolsonaro, quien también es legislador, creó una disputa diplomática al tuitear que China era una dictadura y que ocultó evidencia sobre el coronavirus, incluso insinuando un cambio de régimen.

Tales ataques han despertado la atención de los líderes políticos. "No entiendo cómo, en un momento de crisis, las personas vinculadas al presidente del país usan a un ministro para atacar a China", dijo el martes el presidente de la Cámara Baja y político de centro, Rodrigo Maia, durante una transmisión por internet con inversionistas.

China se volvió más importante para la economía de Brasil durante los años de Lula da Silva. En el cargo, Lula utilizó la creciente influencia internacional de Brasil durante el auge de los commodities para fortalecer los lazos con el país asiático, que superó a EE.UU. como principal socio comercial del país sudamericano e invirtió grandes cantidades en los segmentos locales de infraestructura, minería y petróleo y gas.

Si bien el giro brusco de Bolsonaro entrega dividendos políticos e incluso arroja algunos resultados económicos, como el apoyo de Washington a la membresía brasileña de la OCDE, los costos superarán los beneficios.

"Está claro que las economías de China y Brasil son complementarias, mientras que EE.UU. y Brasil son competidores en varios aspectos", explicó a BNamericas Charles Tang, presidente ejecutivo de la cámara de comercio e industria brasileño-china.

Por ejemplo, la industria agrícola estadounidense es un competidor importante para la de Brasil, y los productos manufacturados ingresan más fácilmente desde México, donde se producen en el sistema de maquiladoras que se vincula con la economía de EE.UU.

Incluso antes de la pandemia, la administración de Bolsonaro luchó para impulsar la economía de Brasil, lo que llevó al descontento público y la caída de los índices de aprobación.

Este escenario llevó a Bolsonaro a incrementar aún más la apuesta ideológica para mantener comprometida su base.