Colombia
Opinión

Apostemos por la paz

Bnamericas

Mientras el Gobierno colombiano y los rebeldes de las FARC se preparan para firmar un histórico acuerdo de paz el lunes, seguido el 2 de octubre por un referendo sobre dicho pacto, vale la pena analizar algunos de los argumentos planteados por quienes critican el proceso.

En primer lugar, están quienes -al igual que el expresidente Andrés Pastrana- afirman que el acuerdo no llevará la paz a Colombia ya que el narcotráfico no desaparecerá y por la posibilidad de que algunos elementos de las FARC no acepten los términos y continúen batallando. Por otro lado, tenemos a los otros grupos armados del país, en especial el ELN, con los cuales el proceso de paz apenas empieza, mientras que grupos delictuales podrían intentar también asumir el negocio del narcotráfico de las FARC.

Si bien es cierto que los problemas de violencia que sufre Colombia no desaparecerán por completo de la noche a la mañana con el acuerdo con las FARC -pensar algo así sería ingenuo-, es igualmente cierto que el pacto constituye un enorme paso en la dirección correcta. Las FARC representan por lejos el mayor grupo insurgente de Colombia y, al igual que en Irlanda del Norte, donde algunos miembros del IRA se negaron a aceptar el acuerdo de paz y surgieron grupos como el Real IRA, podría haber elementos recalcitrantes. Eso, sin embargo, no es motivo para rechazar la paz con la mayor parte de los rebeldes, algo que Pastrana no logró durante su gobierno pese a haber entregado a las FARC un área territorial equivalente al tamaño de Suiza. ¿Nadie nota un dejo de envidia?

Otros sostienen que por el hecho de que las FARC se han debilitado en los últimos años -con 7.000 combatientes frente a los cerca de 20.000 que había a fines de la administración de Pastrana- habría sido mejor continuar con las operaciones militares hasta que el grupo rebelde se extinguiera. Pero algo así sería como jugar con fuego. El conflicto de cinco décadas, en el que unas 300.000 personas perdieron la vida o desaparecieron y millones fueron desplazadas, podría fácilmente prolongarse por otros 10 años o más, con el consiguiente sufrimiento y daño económico.

Un argumento más convincente podría ser el del antecesor del presidente Juan Manuel Santos, Álvaro Uribe, quien afirma que el acuerdo equivale a otorgar amnistía a las guerrillas, ya que es poco probable que sus líderes terminen en la cárcel. Aparte del hecho de que varios miembros de las milicias derechistas conocidas como AUC recibieron efectivamente amnistía durante el propio gobierno de Uribe, pese a las atrocidades cometidas, los miembros de las FARC que resulten culpables de los crímenes más atroces serán privados de su libertad, según lo expresado por Santos, y aquellos que se nieguen a admitir su responsabilidad enfrentan hasta 20 años de presidio. Esto, obviamente, se aleja bastante de un escenario perfecto ya que efectivamente se otorgará amnistía a varios, pero el compromiso es una triste realidad cuando se negocia un acuerdo de paz. Resulta especialmente duro para los familiares de las víctimas del conflicto, pero en esta guerra no hubo vencedores, y la única manera de avanzar es aceptando el camino de la reconciliación.

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